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Paulino Neves - Tutóia

4 min read

Estado de Brasil: Maranhao
Tiempo pedaleado (empujado): 01:30:00
Kilómetros recorridos: 8.15
Tiempo total pedaleado: 99:24
Kilómetros total recorridos: 1095,63

Finalmente me quedé otro día más en Paulino Neves, dormí más de la cuenta, almorcé otra vez en la casa de Zé y por la tarde fuimos a bañarnos al rio y después a caminar por las Dunas con una de sus hijas.

Como siempre las dunas ofrecieron bastante material para fotografíar, así que tomamos un par de fotos, charlamos con Zé sobre el oficio de ser guia y Zé me contó algunas de sus historias con turistas que el había guiado. Fué una tarde muy entretenida y relajada.



Ya por la noche ibamos a ver la final del campeonato local pero desafortunadamente llegamos tarde y además el equipo del barrio de Zé había perdido y fué eliminado; así que nos fuimos tristes a un bazar de ahí cerca dónde venían, según me decia Zé, de todos los sabores: Zanahoria, naranja, limón, compoazu, tapioca, aguacate (por que el aguacate es una fruta), etc., yo iba por uno de aguacate, pero como no era nuestro día cuando llegamos ya se había acabado el bazar; volvimos otra vez tristes en busca de la canoa para regresar temprano a la casa y descubrimos que la otra canoa a la que habíamos atado la nuestra se acaba de ir con nuestra canoa a cuestas, así que esperar a ver si alguien más cruzaba el rio o teníamos que dar la vuelta por el puente (media hora caminando); no tuvimos que dar la vuelta y cruzamos en la canoa de alguien más, ahí encontramos sana y salva la canoa de Zé y nos juimos a dormir, por que hoy había que madrugar y empezar a pedalear.

Zé se levantó cuando yo estaba casi listo, nos tomamos la foto de rigor con la bicicleta y luego él me acompaño hasta la salida hacia Tutoia. - El camino de acá para allá es tierra, un par de bancos de arena y barro, pero da para andar, en una hora y media ya está en Tutoia.

Tierra = arena = empujar

Asíque tuve que empujar nuevamente la bicicleta un buen trecho. Ya cuando llegué al primer poblado, cosa extraña paró una Hilux que iba hacia Tutoia y me preguntó si me daba Carona, debo confesar que mi orgullo ciclístico me obligo a pensarlo, pero a la final acepté, y no pude haber tomado desición mejor.

Subimos la bicicleta y nos vinimos charlando animadamente con el señor hasta Tutoia, ahí Raimundo (creo, ya se me olvidó el nombre) me dejó en una bicicletería y ahi dejé a Ludmilla, literalmente, en latoneria y pintura; se lo merecía pa' que.

Luego la rutina de rigor, buscar dónde quedarme y dar una vuelta por el pueblo par tomar algunas fotos y poder actualizar este diario de viaje.

Ahora a ver bien como será el camino hasta Parnaiba, la puerta del Delta de las Americas, y de ahí hasta Jericoacoara y luego Fortaleza.

 

Y llegamos a Manaus

4 min read

Bueno,

Acá estamos en Manaus por fin, luego de cuatro días de viaje en el Barco. La verdad el viaje en barco fué mucho mejor de lo que esperaba. Un barco muy limpio, la comida muy buena, seguro (por lo menos durante el viaje *).

Pero definitivamente lo mejor han sido los compañeros de viaje. Al lado mio en el barco tuve la fortuna de encontrarme con cuatro artistas peruanos que venían desde Chiclayo. Venian para Manaos para trabajar acá por algún tiempo (por lo menos hasta Diciembre) y reunir algún dinero, además de aventurar un poco. Mis "patas" fueron: Cesar (Artista plástico), Alexander (dibujante, estudiante de artes), Frankling (dibujante, estudiante de artes, guia de la expedición [ya había estado en Manaus el año pasado]) y Amaru (dibujante, estudiante de artes); luego también nos juntamos con Rafael, un cubano que quiere recorrer lationamerica para tener material para su tesis en filología y Anne, una chica alemana que venia de siete meses de vivir en Colombia haciendo artesanias y que venia por acá a encontrarse con una amiga en Santarem para luego ir a Rio y volver a Alemania.

Tuvimos buena quimica desde el principio, hablamos mucho, los artistas intercambiaron saberes, y yo me enriquecí mucho con sus historias, todas increibles e inspiradoras, pero quizás la que más me impactó fué la de Amaru, él es de la sierra peruana y se quedó huerfano a los ocho años y que ha vivido miles de cosas para llegar hasta acá. Lo más chévere de su historia, es que aunque ha pasado por los momentos más difíciles siempre ha encontrado un camino para salir adelante, ya sea en los libros, ya sea en la religión, ya sea en sus propias fantasias (quiere ser escritor, entre otras cosas).

Como decía Rafael, el cubano, siempre que uno cree que está solo se da cuenta que eso es muy complicado, que siempre vas a encontrar alguien afín a ti en el camino y siempre podrás aprender cosas buenas de esas personas.

Voy a recorrer la ciudad y luego a decidir qué será mejor para mi viaje, si continuar hasta Belem o ir hasta Satarem y arrancar ahí mi ruta, por que el viaje hasta Belem es muy largo (6 dias en barco) y muy costoso (R$300).


Ya veremos,


[*] Anoche llegamos muy tarde así que era más conveniente quedarse en el barco, pues la ciudad es un poco peligrosa de noche. Nos quedamos ahí, todo muy normal, hasta que esta mañana me desperté por que tenía un poco de frio, y abro los ojos, y veo a una persona sentada en frente de mi, luego miro al suelo y veo algunas cosas mias regadas en el suelo, y no entendía nada, creia que todavía estaba navegando y que por alguna razón se habían rodado; así que me levanto cojo mis cosas y empiezo a revisar que todo estuviera completo, cuando empecé a entrar en razón de lo que había pasado ya la persona se había ido. !Me habían intentado robar!. Por fortuna tenía todo debidamente empacado y en bolsa dentro de bolsa y amarrado (no lo suficiente) y no se pudo llevar nada. Sólo se llevo un poco de mi confianza y me dejó un poco de rabia y algún poco de desconfianza para lo que queda del viaje.

 

GEB o perdido entre las referencias

4 min read

geb.jpg

Hace poco más de seis años tuve un encuentro cercano a este libro durante un fin de semana. En ese tiempo estaba haciendo un trabajo sobre la simetría para mi curso de Geometría de la Imaginación. Estuve haciendole la cacería durante varios días, pues en ese tiempo la copia que tenía la Universidad servía de almohada a un profesor que lo tomaba como libro guía para el curso de Estructuras de la Creación. Esos tres días fueron suficientes para quedar enamorado, hace 25 años Douglas Hofstadter, logró crear un libro delicioso, genial e interesante. Desafortunadamente tuve que regresar el libro a la biblioteca y hacer todo lo posible para conseguirlo. Tras algunos días logré encontrarlo en la Lerner, ahí al fondo en medio de los libros de filosofía su exuberante figura gris se imponia, al igual que su exorbitante precio, en ese entonces costaba $100.000 pesos (ahora cuesta $120.000). Me resigné, me dije a mi mismo que iba ahorrar para un día comprarmelo, pero pasaban los días y en mi bolsillo nunca hubo el dinero suficiente...

Mientras tanto ocupaba mis ojos con novelas, libros de cuentos, el calculo de steward, y uno que otro libro de divulgación científica. Lo curioso, era que por doquier me encontraba con señales que me dirigian una otra vez a este libro.
La mente del Emperador, El Quinteto de Cambridge, entre otros, perdidos entre sus páginas me referian de nuevo, con no pocos elogios a este libro. Este tema esta mucho mejor explicado en el fabuloso libro de..., eran las frases con las que usualmente me encontraba.

Esta semana mientras buscaba material bibliográfico para mi tesis, saqué de la biblioteca: Turtles, Termites, and Traffic Jams, y qué me encuentro en la primera línea de los agracimientos?:
In 1983 I read three books that changed my life: Mindstroms (by Seymour Papert), Structure and Interpretation of Computer Programs (by Hal Abelson and Gerry Sussman) and Gödel, Escher, Bach (by Douglas Hofstadter)...

Ahí estaba, ante mis ojos otra señal, otra flecha que indiscutiblemente me conducia en esa dirección, como si por alguna extraña razó estuviera predestinado a leerme este libro.

Lo peor de todo es que hace ya más de un año tengo el libro. Compré la edición del vigésimo aniversario en US$16!, y sí, lo que todos ustedes están pensando... ahí está sobre mi mesa de noche agarrando polvo como el otro monton de libros que tengo en "lista de espera".
Este no está ahí al igual que todos los otros, sólo esperando a que tenga tiempo para leerlo. Si no que esta esperando a que tenga "tiempo". Lo he intentado empezar a leer más de una vez, pero la verdad es que lo idolatro tanto, y a la vez le tengo tanto miedo, que siempre he querido leerlo con calma, entender cada palabra, y tratar de intuir cada significado oculto, y como está en inglés, esto se hace un poco más dificil. Siempre imagino el tiempo de este libro, como largas tardes sentado con diccionario en mano y un par de hojas para desifrar sus significados y perderme en sus laberintos...

Es increible la cantidad de cosas que dejamos de hacer por esperar el momento justo. Ese tiempo o lugar ideal en el que todas las condiciones se dan para que algo suceda. Creo que en este momento me doy cuenta que esa espera quizás sea infinita, y que ese tiempo, si no lo creamos nunca llegue. Como dice Silvio Rodriguez: "...le debo una canción a lo oportuno, a lo oportuno mutilador de tanta ala, le debo una canción de tono oscuro que lo encadene a vagar su eterna madrugada...".
Esa espera es inutil.
Hoy descubro que finalmente debo crecer, y dejar atrás tantos sueños vacios, y darme cuenta que no puedo esperar a que las cosas se den, si no trabajar por que sucedan.

Por lo pronto, seguiré con las hormigas... y luego con las cantatas ;). Ya les estaré contando


Algunos links sobre el GEB

 

Programadores Chambones

2 min read

Esta mañana preparando un material para una clase, me surgieron unas preguntas sobre Transmilenio, asi que entré a visitar la página web de nuestro medio de transporte insignia, y o sorpresa me encuentro con esto:

snapshot3.png

Al principio me causó un poco de gracia. Pues recordé algo que leí en el Hall of Shame. Luego examin? mi descubrimiento..., y se lo comuniqué a mis amigos para no divertirme solo. Al pasarles el link, me decian que ellos no veian nada (Estaban en Windows usando IExplorer), lo que explica el por qué los desarrolladores del sitio no habian notado su craso error. Luego se me salió el buen ciudadano y me dije: mi mismo tiene que avisarles del error, muy juiciosamente busqué el link de contactenos, redacté un mensaje describiendo la falla y cuando hago click en "Enviar", o sorpresa el formulario no funciona. Por fortuna en el pié de página esta el link a la página de los juiciosos desarrolladores, asi que me dirijo a su site a avisarles de sus, ahora dos grandes errores. Entro al site, todo muy bonito, muy de la casa. Veo la sección clientes, y noto que muy comedidamente ellos me informan lo que usuaron para el desarrollo de la página (información que ya habia sido deducida, pero es mejor verificar ;) ).

snapshot4.png

Paso esto por alto, y hago click en "Contacto", y bualá tampoco funciona.
En ese momento me entró la indignación. Uno tiene derecho a equivocarse una vez, pero tres veces seguidas?!, me nos mal estaba ocupado y no revisé los otros trabajos de estos ilustres señores, por que quiensabe que habría encontrádo.

Hay derecho? Que haya gente tan mediocre?. Yo no niego que uno de vez en cuando hace sus machetazos pero por lo menos tiene la descencia de que no se noten. Bueno ahi les dejo pa' que si quieren(y pueden) navegen por la base de datos de Transmilenio.
Nota:Un amigo intentó llamar al teléfono que aparece en la página, pero contestó un conmutador y ahi se nos acabó el espíritu solidario.

 

3 min read

Las Jirafas Azules

Las jirafas azules al igual que los Mamuts Voladores son seres etereos que viven un Universo paralelo al nuestro. Cuando una persona nace, nace su igual en el Universo de las jirafas azules. Su Universo y el nuestro estan ligados como los dos lados de una misma moneda, ellas no saben que existimos y se supone que nosotros tampoco deberiamos saber de su existencia.

Las jirafas azules se alimentan del material de los sentimientos. El material de los sentimientos es una sustancia inolora e insabora que posee varias características especiales: su textura color y peso dependen del sentimiento que lo crea, asi pues el odio y la venganza son de tonalidades oscuras y casi negras, la melancolia es de un color gris pálido, la alegria amarilla, la pasión roja como los petalos de las rosas, la esperanza azul aguamarina, el miedo de un color morado oscuro como el de las uvas, el amor azul celeste, la constancia verde..., entre más oscuro sea el sentimiento mayor es el peso que tiene el material de los sentimientos; el material de los sentimientos tiene tambien otra particularidad, cuanto tomas un pedazo de este material y lo partes en dos, tres cuatro pedazos, cada uno de ellos adquiere las dimesiones, color y peso del trozo original.

El material de los sentimientos es la manera en que nuestros Universos se comunican. Cuando una persona siente, en el Universo de las jirafas surge material de los sentiemientos como maná, y nuestra jirafa azul lo recoje se alimenta de el y guarda el resto, es decir todo, en la alforja que lleva en sus espaldas. Cuando dos personas se conocen su iguales jirafas también se conocen. Cada palabra, cada gesto nuestro con la otra persona es reflejado en su Universo por un intercambio de material de los sentimientos entre las jirafas, asi tanto allá como aca nace la amistad, como un conjunto de sentimientos intercambiados que cada uno de nosotros experimenta. De allá para acá también existe comunicación, una vez más por medio del material de los sentimientos. De cuando en cuando mientras las jirafas intercambian material de los sentimientos o hacen inventario del que poseen dejan caer unas veces por accidente otras veces con intención pedazos del material de los sentimientos, que transpasa las fronteras de nuestros mundos y nos hacen recordar, sentir nostalgia y algunas veces llorar.

Las propiedades del material de los sentimientos hacen que las jirafas puedan cargar a cuestas grandes cantidades de ese material sin ningún inconveniente, claro esta a menos de que todo o la mayor parte de lo que cargen sean particulas oscuras y pesadas. En esas ocasiones a las jirafas azules se les hace incluso dificil caminar, y es cuando nosotros nos sentimos deprimidos, inconsolablemente tristes, o profundamente heridos. En dichos momentos las jirafas recurren a un lugar que existe en su Universo, el río de la tristeza, dónde ellas van y dejan todo aquel material pesado que llevan en sus alforjas, tristemente en algunas oportunidades una de estas jirafas azules no soporta el peso de la carga que lleva a cuestas y caé al rio, en nuestro mundo una persona se suicida o muere de tristeza. Cuando las jirafas azules sobreviven a esta dificil misión, nosotros olvidamos todo aquello que nos hiere.

 

13 min read

Hace unos dias habia comentado que buscando cosas en mi biblioteca habia encontrado una de esas joyas del pasado.
Aqui viene pa' que la disfruten:

La Máquina que Ganó la Guerra
(Isaac Asimov)
La celebración duraría mucho tiempo e impregnaba la atmósfera aun en las silenciosas honduras de las cámaras subterráneas de Multivac.
Ante todo, se notaba el aislamiento y el silencio. Por primera vez en un decenio, los técnicos no daban mil vueltas de un lado a otro de los órganos vitales del gigantesco ordenador, las luces tenues no parpadeaban y el flujo de información esta detenido, ni entraba ni sália.
No permanecería detenido mucho tiempo, por supuesto, pues las necesidades de la paz serían apremiantes. Pero durante un día, tal vez durante una semana, incluso Multivac podría celebrar la gran ocasión y descansar.
Lamar Swift se quitó la gorra militar y miró al largo y desierto corredor principal del enorme ordenador. Se sentó con aire cansado en el taburete giratorio de un técnico y el uniforme, con el que nunca se había sentado cómodo, sel pobló de arrugas.
- Lo echaré de menos, de un modo tanto perverso- comentó-. Cuesta recordar los tiempos en que no estábamos en guerra con Deneb y ahora me parece antinatural estar en paz y mirar las estrellas sin angustia. Los dos hombres que acompañaban al director ejectutivo de la Federación Solar eran más jóvenes que él. Ninguno parecía tan melancólico. Ninguno parecía tan absolutamente cansado.
Jhon Henderson, de labios finos, no pudo contener el alivio que sentía en medio del triunfo y dijo: -Están destruidos. Destruidos. Es lo que me digo una y otra vez y no puedo creerlo. Hablamos mucho y durante muchos años de la amenaza que se cernía sore la Tierra y todos sus mundos, sobre todos los seres humanos, y siempre era verdad, palabra por palabra. Y ahora nosotros seguimos vivos y los denebianos están aplastados y destruidos. Ya no habrá amenaza, nunca más.
-Gracias a Multivac-asitió Swift, con una serena mirada al imperturbable Jablonsky, que durante toda la guerra había sido el principal intérprete del oráculo de la ciencia-. ¿Verdad,Max?
Jablonsky se encogió de hombros. Automáticamente fue a coger un cigarrillo, pero decidió no hacerlo. Entre los miles que vivían en los túneles de Multivac, era el único al que se permitía fumar, aunque hacia el final había realizado denodados esfuerzos para no hacer uso de ese privilegio.
-Bueno, esos es lo que dicen ellos.
Su gordo pulgar apuntó hacia arriba.
-¿Celoso, Max?
-¿Porque ovacionan a Multivac?¿Porque Multivac es el gran héroe de la humanidad en esta guerra? - El curtido rostro de Jablonsky cobró un aire desdeñoso-.¿En qué me afecta? Que Multivac sea la máquina que ganó laguerra, si eso les place.
Henderson miró de soslayo a los otros dos. En ese breve intervalo que los tres habían buscado en un rincón apacible de una metrópoli enloquecida, en ese entreacto entre los peligros de la guerra y las dificultades de la paz, cuando por un instante todos podían hallar sosiego, sólo era consciente del peso de la culpa.
Y de pronto ese peso resultó abrumador. Tenía que liberarse de él, quitárselo de encima junto con la guerra.
-Multivac no tuvo que ver nada con la victoria -declaró-. Es sólo una máquina.
-Una máquina grande presisó Swift.
-Sólo una máquina grande, entonces. No es mejor que los datos que recibió.
Se calló turbado por sus propias palabras.
Jablonsky lo miró. Volvió a hacer el ademán de coger un cigarrillo y se arrepintió de nuevo.
-Nadie lo sabe mejor que tú. Tú proporsionaste los datos. ¿O sólo quieres atribuirte el mérito?
-No - protestó Henderson-. No hay mérito. ¿Qué sabes de los datos que debió usar Multivac? Predigeridos en cien ordenadores auxiliares de la Tierra, de la Luna, de Marte e incluso de Titán. Y Titán siempre retrasado y siempre esa sensación de que sus cifras intriducirían una tendencia imprevista.
Enloquecería a cualquiera - dijo Swift comprensivamente.
Henderson sacudió la cabeza.
-No fue sólo eso. Admito que hace ocho años, cuando reemplacé a Lepont como jefe de programadores me encontraba nervioso. Pero en esa época reinaba cierta euforia. Aún era una guerra a distancia, una aventura sin peligro real. No habíamos llegado al punto en que intervenían naves tripuladas y las distorsiones interestelares podían engullir un planeta entero si se apuntaban correctamente. Pero entonces, cuando comenzaron las verdaderas dificultades... -Con ira, pues por fin se la podía permitir, declaró-:¡No sabéis nada de ello!
-Bien, pues cuéntanoslo. La guerra ha terminado. Hemos vencido - lo alentó Swift.
-Así es. -Henderson movió la cabeza afirmativamente. Tenía que recordar que la Tierra había vencido, de modo que toda había sido para bien-. Bueno, los datos perdieron sentido.
-¿Perdieron sentido? ¿Lo dices literalmente? -se alarmó Jablonsky.
-Literalmente. ¿Qué esperabas? El problema con vosotros dos era que no estabais metidos hasta el cuello. Tú nunca te ibas de Multivac, Max, y tú, director, no abandonabas la Mansión más que en visitas oficiales, en las que veías exactamente lo que ellos querían que vieses.
-Pero no era tan ingenuo como crees -replicó Swift.
-¿Sabes en qué medida -se disparó Henderson -los datos concernientes a nuestra capacidad productiva, a nuestro potencial de recursos, a nuestros combatientes, en suma todos los datos desicivos para el esfuerzo bélico se habían vuelto indignos de confianza durante la última mitad de la guerra? Los líderes, tanto los civiles como los militares, se empeñaban en proyectar su imagen mejorada, como quien dice, así que ocultaban lo malo y exageraban lo bueno. Hicieran lo que hiciesen las máquinas, quienes los programaban e interpretaban sus resultados tenían que pensar en su propio pellejo y en los competidores. No había modo de detener aquello. Yo lo intenté y fracasé.
-Por supuesto -trató de consolarlo Swift -. Ya imagino que lo intentarías.
Jablonsky decidió encender el cigarrillo.
-Pero supongo que le suministraste datos a Multivac para programarlo. No nos hablaste de que fueran indignos de confianza.
-¿Cómo podía decirlo? Y si lo decía ¿Cómo ibais a creerme? -se irritó Henderson -.Todo nuestro esfuerzo bélico dependía de Multivac. Era la gran arma de nuestro bando, pues los denebianos no contaban con nada parecido. ¿Qué otra cosa mantuvo nuestra moral frente a la catástrofe, sino la certeza de que Multivac siempre predeciría y frustraría toda maniobra denebiana y siempre llevaría a buen término nuestras maniobras? ¡Santo Espacio! Una vez que nuestra distorsión-espía fue eliminada del hiperespacio, carecíamos de datos denebianos fiables para alimentar a Multivac y no nos atrevimos a revelarlo al público.
- Eso es verdad - corroboró Swift.
- Pues bien - prosiguió Henderson -, si os decía que los datos no eran fiables, ¿qué habrías hecho, salvo reemplazarme negándoos a creerme? No podía permitirlo.
-¿Qué hiciste? - quiso saber Jablonsky.
- Como hemos vencido, os diré lo que hice. Corregí los datos.
-¿Cómo? -se interesó Swift.
-Por intuición, supongo. Los barajaba hasta que parecían correctos. Al principio ni me atrevía; retocaba un poco aquí y un poco allá para corregir imposibilidades obvias. Como el mundo no se derrumbó, me volví más osado. Hacia el final ni me importaba. Escribía los datos necesarios a medida que se iban necesitando. Incluso le pedí al Anexo Multivac que me preparase datos de acuerdo con un patrón de programación que yo habia diseñado para ese propósito.
-¿Con cifras aleatorias? -preguntó Jablonsky.
-En absoluto. Introduje varias tendencias necesarias.
Jablonsky sorió inesperadamente, y sus ojos oscuros centellearon bajo las arrugas de los párpados.
-Tres veces me presentaron informes sobre utilización autorizada del Anexo, y los dejé pasar. Si hubiera importado, lo habría investigado y te habría localizado, John, averiguando así lo que hacías. Pero nada relacionado con Multivac importaba en esos días, de modo que te saliste con la tuya.
-¿Qué quieres decir con que Multivac no importaba? -se mostró suspicaz Henderson.
-Que no importaba. Si te lo hubiera contado en ese momento, te habría ahorrado sufrimientos, pero también si tú me hubieras dicho lo que hacias me los habrías ahorrado a mí. ¿Qué te hizo creer que Multivac funcionaba, fueran cuales fuesen los datos que le proporcionabas?
-¿No funcionaba? -se asombró Swift.
-Pues no. No funcionaba con fiabilidad. A fin de cuentas, ¿dónde estaban mis técnicos en los últimos años de la guerra? Os lo diré; se encontraban alimentando ordenadores en mil dispositivos espaciales. ¡Se habían ido! Yo tenía que apañarmelas con muchachos en quienes no podía confiar y con veteranos que no estaban actualizados. Además, ¿creéis que podía fiarme de los componentes en estado sólido que salían de los criógenos en los últimos años? En los criógenos no estaban mejor situación que yo en cuanto a su personal. A mí no me importaba que los datos que se proporsionaran a Multivac fuesen o no fiables. Los resultados no lo eran. Es sí lo sabía.
-¿Qué hiciste? -quiso saber Henderson.
-Lo mismo que tú, John. Introduje un factor modificador. Ajustaba las cosas por mera intuición. Y así fue como la máquina ganó la guerra.
-Cuántas revelaciones. Ahora resulta que el material que se me entregaba para guiarme en las desiciones no era sino una intepretación humana de datos preparados por humanos. ¿No es así?
-Eso parece -asintió Jablonsky.
-Entonces, hice bien al no fiarme mucho de ellos.
-¿No te fiabas de ellos?
Jablonsky, a pesar de lo que acababa de contar, se sintió insultado profesionalmente.
-Me temo que no. Multivac parecía decir: ataca aquí, no allá; haz esto, no lo otro; espera, no actúes. Pero yo nunca tenía la certeza de que estuviera diciendo lo que aparentaba decir o de que quisiera decir lo que decía. Nunca tenía certeza.
-Pero el informe final estaba claro -se defendió Jablonsky.
-Para quienes no tenían que tomar la desición, quizá. Para mí no. El horror de la responsabilidad de semejante decisión era insoportable, y ni siquiera Multivac bastaba para eliminar ese peso. Pero lo cierto es que mis dudas estaban justificadas y eso me causa un gran alivio.
Entusiasmado con tal conspiración de confesiones mutuas, Jablonsky optó por prescindir de la categoría de su director ejecutivo.
-¿Y qué hiciste, Lamar? Al fin y al cabo tuviste que tomar desiciones. ¿Cómo?
-Bien, es hora de regresar, pero...Os lo contaré primero. ¿Por qué no? Utilizé un ordenador, Max, sólo que uno más antiguo que Multivac, mucho más antiguo.
Buscó en su bolsillo los cigarrillos y sacó un paquete junto con un poco de calderilla; monedas anticuadas, que databan de los años anteriores a la época en que la escasez de metal alentó la creación de un sistema crediticio ligado a una red informática.
Swift sonrió tímidamente.
-Sigo necesitándolas para que el dinero me parezca sustancial. A un viejo le cuesta abandonar sus hábitos de juventud.
Se puso un cigarrillo en los labios y fue guardando las monedas en el bolsillo, una por una.
Retuvo la última moneda entre los dedos, mirándola distraídamente.
-Multivac no es el primer ordenador, amigos, ni el más conocido ni el más eficaz para eliminar de los hombros de los ejecutivos la carga que supone tener que tomar importantes decisiones. Una máquina ganó la guerra, en efecto, John. Al menos, un muy sencillo dispositivo de cálculo, que yo utilizaba cada vez que tenía que tomar una decisión realemente difícil.
Con una sonrisa nostálgica, arrojó la moneda al aire. El metal produjo un destello en el aire al girar y la moneda cayó en la palma extendida de Swift, que cerró la mano y la apoyó en el dorso de la mano izquierda, ocultando la moneda con la mano derecha.
-¿Cara o cruz, caballeros?