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dramirezaragon

 
 

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Contrario a lo que muchos piensan no es una buhardilla oscura en algún lugar de París el lugar idoneo para la melancolía y la escritura.
Hay un lugar que cumple con estas características un poco más cerca (o por lo menos para los que vivimos en Bogotá). Es el altillo de una casa en chapinero, más exactamente en la 54 entre 6a. y 7a.. Una vieja casa disonante en una calle donde los edificios de apartamentos son la regla. Un casa en la que desde que entras sientes como un montón de historia, cultura y sobre todo melancolia en soplan en la cara y te caen encima con todo su peso.
No sé cuantos años tiene esa casa, pero su arquitectura, y todo lo que contiene es un evocación constante, algo que te invita a la melancolia.
Las estanterias de libros que llegan hasta el techo, el afiche del Guernika, los objetos recolectados formando esculturas poco usuales, Los grandes nudos de madera que evocan el infinito, producto de la creatividad del ingenio del padre de mi amigo, en fin mil detalles...
Ayer estuve hablando largo y tendido con el señor don Marcos(Biólogo y próximamente Ingeniero), fue bastante agradable, creo que nunca habiamos hablado tanto y de tantas cosas, (parece ser que este es la semana de las conversaciones). De la conversación recuerdo especialmente algo que Marcos me decia le habia dicho su Papá: "No vayas a dejar que la Universidad interrrumpa tu educación".
La educación real me explicaba Marcos no es precisamente la que se recibe en la academia, no es saber programar en C, Java, Lisp, Perl, ni siquiera poder declarmar al derecho y al revés los generos y especies de las plantas del páramo, ni mucho menos conocer en detalle por qué E=mc² (claro está sin demeritar todos estos conocimientos que queramoslo o no nos han llevado hasta donde estamos), sino todo aquello que se aprende de la Literatura, de la poesía, de la filosofía. De todas esas formas alternativas de ver el mundo y tratar de explicarlo más allá de los números y del método. Los indus, me decia Marcos, creen que "la realidad no existe" (como en la matriz), que hay un montón de cosas que estan ahí y que dificilmente percibimos, y que la manera de poder referirse a ese algo es la poesía.
Con esto en mente, entonces yo estoy apenas en mis primeros años de educación. Considerando que empecé a leer Literatura desde hace apenas 6 años.
Así que educarse se dijo. Creo que comenzaré con evacuar mi mesa de noche de los libros que tengo pendientes... (cuantas veces he prometido eso?).

 

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Desde hace varios días estoy dandole vueltas a varias ideas que queria colocar aquí. Pero al igual que Swan en "En busca del tiempo perdido" de Proust y Bruno en "El Perseguidor" de Cortazar, las ideas dan vueltas en mi cabeza y me llenan de entusiasmo a ratos pero después de un momento una especie de pereza(o la comodidad de la mediocridad) me abraza y no me deja continuar con mis cabilaciones.

Son ideas acerca de todo y de nada. Por ejemplo hace un rato en la buseta recordaba las palabras de un amigo ya mencionado en este blog, Carlos Madera, que una vez charlando me comentaba que el pensaba que las posibilidades de la gente estaban limitadas por el Lenguaje que eran capaces de manejar; a propósito de eso pensaba yo que desde hace alguno siglos la evolución del hombre no se ha dado debido a las mutaciones y a los genes, sino más bien a que la humanidad se ha convertido en un volcán de nuevas palabras y conceptos con los que definimos nuestra relación con el mundo. Todos esos conceptos encerrados en palabras vacias no son más que ingenuos intentos de colocar dentro del "Lenguaje Común" ideas que captamos y aún no somos capaces de expresar; El sábado hablando con un amiga, comentando acerca de las "energías" y las "fuerzas", que nos rodean, producimos y sentimos, le decia yo, que todas esas cosas eran como las brujas: No hay que creer en ellas, pero de que las hay, las hay, y le explicaba el por que de esta observación, que en algunos momentos de mi vida he tenido el privilegio de quitarme por unos instantes esa venda que nos cubre los ojos y que nos impide ver la gran cantidad de formas en las que el Mundo se comunica con nosotros. Eso creo es lo que me atrae de las culturas del lejano oriente (o de las del cercano occidente), esa pasión por la contemplación, por tratar de entender todo desde fuera y sentir lo que cada cosa tiene que decirnos sobre lo que nos rodea y sobre nosotros mismos. En fin...

Por otra parte, el otro día hablando con Salida, tal vez a propósito pero en paralelo al post de Olavia, discutiamos acerca de que la gente suele hacerse ideas sobre las personas, las cosas y el futuro, y que tal vez esas manifestaciones de la miserable y coja Esperanza no eran necesarias. Yo creo que es así, todos gastamos mucha energía especulando sobre "el como será", y por estar pensando en eso nos perdemos lo que tenemos en frente de las narices; yo se, yo se, es muy dificil dejar de esperar cosas, de imaginar como sera esto o aquello, es parte de nuestra naturaleza y tratar de abolirlo es como negar un pedazo de nuestra Humanidad, pero si podriamos dejar de ponerle tanta importacia. Eso si, sin caer en brazos de la prima hermana de la Esperanza, la Resignación. Ese sentimiento vacio, que disfraza nuestras verdaderas intenciones y que nos va carcomiendo desde adentro. Amargandonos esta vida que aunque dura sigue siendo dulce.

Finalmente y para terminar, quisiera que este post no defraudara la opinión de nuestro querido crítico Hatemachine y adjuntaré una tediosa poesía a propósito del post de Galactus sobre la necesidad de tener una vida extraordinaria para escribir buena literatura.

La Misma Historia

(Maria Mercedes Carranza)


No sé si se trata de un tema más

de escritores sin oficio.

¿Era Shackespeare un fabulador?

¿Tolstoi desvariaba cuando

Ana Karenina?

¿Inventó Adriano su amor con Antinoo?

¿Imaginó la Historia a París y a Helena?

¿Wilde, acaso, era un farsante?

¿Mentía Calixto a Melibea?

¿Inventó Flaubert a Madame Bovary?

¿Por qué murió Eloisa?

¿Soñaba Rimbaud cuando soñaba Voltaire?

No sé si se trata de un tema más

de escritores sin oficio

o de la vida que otra vez,

puede sorprendernos.