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Siguiendo el cause del Rio

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Das Fensterkreuz, 1953 - Edgar Ende

Hay dias en los que uno se levanta y siente que todo va a salir extrañamente bien (si si Franky ese optimismo que nunca dejará de ser infantil)- Hoy fué uno de esos, y aunque con un par de pequeños percances (que espero pronto se solucionen, estoy seguro de que así será) todo salió bien.

Hoy por fin después de dos meses de estar buscando pudimos hayar el lugar que será nuestra oficina (y también el lugar dónde se alojarán nuestras nuevas amigas españolas). Es un lugar soñado, con muchas posibilidades. Una casita colonial en la Candelaria no muy grande, no demasiado pequeña, con un patiecito de piedras y baldosas, paredes blancas que rematan en techos altos sostenidos por vigas de madera...
La machera como diria un buen cachaco.

Estoy(amos) muy contento(s) por eso, por este nuevo logro que se suma a los otros que hemos cocechado en el último par de meses.


Apenas cargue las pilas tomo un par de fotos y actualizo este post ;)

 

Vuelve a estudiar

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Hoy muy temprano en la mañana empezó mi curso de portugues, como bien dice Olavia, no es dificil, las correspondencias son muchas. Pero eso si el asunto de la pronunciación me va a costar, me va a costar. Entre al acento circunflejo, la particular pronunciación nasal de la ~, la rr que se una como ejre y demás artefactos sonoros, estaré sumergido las próximas dos semanas. El profesor es bueno, nos tiene paciencia...
Y pues por lo demás (casi) todo marcha sobre ruedas, hoy volví a trabajar tiempo completo, y aunque el trabajo es mucho, por lo menos ahora estoy un poco más tranquilo de lo que estaba hace un par de meses.
Por otra parte, estos días he estado pensando en esta frase, no estoy seguro si es así, pero la idea es esa.


Si un árbol cae en un sitio donde no hay nadie para oirlo caer, ¿emite algun sonido?

Alguién sabe bien como es que reza la dichosa frase?


Update

De los comentarios, Arhuaco, nos trae una imágen que lo termina de aclarar el asunto de la dichosa frase :D


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Postes Viejos o Palabras dichas a destiempo

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-Vine a preguntarle por qué usted no quiso ir a La Adela, a dar el certificado de defunción de Lucía Vermehren.
(...)
El hombre se tragó un vaso de su propio vino y pareció reanimarse.
-Buendo -exclamó triunfalmente -, si me promete discreción, hablaré. Yo examiné a la señorita Vermehren un año y medio antes de la fecha en que dicen que murió, No podía vivir más de tres meses.
-Dar el certificado -interpreté sin entusiasmo - era adminitr un error profesional...
El doctor Sayago se restregó las manos.
-Si quiere verlo así -comentó- no tengo inconveniente.
(...)
-No puedo explicar este asunto sin referirme a mi pobre hija. Por eso no quise hablar.
Confirmó la historia del médico; agregó que una noche, cuando Lucia subió a acostarse, alguna de las muchchas dijo que parecía increíble que en una vida tan cotidianamente igual como era la de ellos, pudiera introducirse un cambio: el cambio definitivo de la muerte. Después recordó la frase, y, en horas de insomnio, cuando las credulidades y los propósitos son más apremiantes, decidió imponer a todos una vida escrupulozamente repetida, para que en su casa no pasara el tiempo.
Debió tomar algunas precuaciones. A las personas de la casa les prohibió salir; a los de afuera, entrar. Él salía, siempre a la misma hora, a recibir las provisiones y dar las órdenes a los capataces. La vida de los que trabajaban afuera siguió como antes; huyó un peón, es verdad, pero no lo habría hecho para salvarse de una disciplina terrible, sino porque habría descubierto que ocurría algo extraño, algo que no podía entender y que por eso lo intimidaba. Adentro, como el orden siempre había sido estricto, el sistema de repeticiones se cumplió naturalmente. Nadie huyó; más aún: nadie llegó a asomarse a una ventana. Todos los días parecian el mismo. Era como si el tiempo se detuviera todas las noches; era como si vivieran en una tragedia que se interrumpiera siempre al fin del primer acto. Transcurrió así un año y medio. Él se creyó en la enternidad. Después, inesperadamente, murió Lucía. El plazo del médico había sido postergado por quince meses.

Adolfo Bioy Casares - El perjurio de la nieve

Así en un mismo día que se repite y se repite, que impide que el tiempo pase, he vivido este año. Cada día se me antoja con el mismo, cada día con sus grises, con sus amarillos, con sus noches frías, uno igual que el anterior, y este igual que el anterior a este. La rutina este artilugio de eternidad me tiene agotado. Esta eternidad, al igual que cualquier otra, no me atrae, por el contrario me llena de deseos de buscar un pasaje hacia la muerte. Hacia la muerte de este yo que tanto aborresco.
Y así en la perpetuidad del instante, seguiré esperando. Esperando a que lleges y despiadada me mates. Me saces de mi lecho de muerte y me des vida de nuevo en otro espacio, con otro tú, con otro yo. Con otros nosotros que construiran a partir de retazos de pasado y toneladas de futuro un nuevo camino, una autopista hacia un futuro lleno de a/des-venturas que viviremos juntos.
Quiero que estes aquí, vestida de luto y que con tu mano blanca me quites el alma y te la lleves junto a la tuya para compartir otra eternidad menos despiada.

Ese es el sentimiento que me acoge, todo el tiempo. Y más ahora que tantas cosas estan pendientes, y el tiempo no alcanza ni para cumplir con todo lo que se promete. Así de desesperado estoy.

Por fortuna hay cosas que no podemos controlar y que a pesar del estricto régimen, hacen un día distinto al otro. Hoy por ejemplo una 'alondra' viajera me trajo un "poema" improvisado a dos voces:


Silencio infinito
punto de quiebra
al borde del límite
un camino cerrado
un plano encierra
miles de puntos miran
como imágenes suyas se repiten*
proyecciones, proyecciones

una relación los contiente

y los muestra reflejados
una relación par es esta.

* No estoy seguro de esta línea


Gracias a A. por esas horas de conversación animadas y sin tiempo.

 

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La Juventud de Don Quijote
(de Cervantes)

En la preciosa colección de manuscritos desconocidos que comprara en Londres hace ya algunos meses, y que perntenecía a Lord Everett, he hallado un esbozo titulado Mocedades de don Quijote, manuscrito autógrafo de don Miguel de Cervantes, y desconocido hasta ahora para todos los estudiosos de la literatura castellana. Lo hice descifrar, transcribir y traducir por un joven profesor de esta ciudad, y finalmente pude leer esta inédita prehistoria del famoso Caballero de la Triste Figura.

Como lo recordarán todos, la famosa obra de Cervantes nos presenta a un don Quijote que, alrededor de los cincuenta años, se ha retirado a su casa de Argamasilla de Alba para leer novelas de caballería. Acerca de la vida que llevara hasta ese tiempo, es nada o casi nada lo que nos dicen las dos partes de la obra publicadas hasta el presente. Es mi opinión que don Miguel tenía en su ánimo la idea de narrar también la juventud de su héroe, pero la muerte le impidió dar forma artística al esbozo que tengo ante mi vista.

Según este desconocido manuscrito, don Quijote había nacido en una familia noble, pero venida a menos; desde la infancia dio muestras de espíritu audaz y de genio inquieto. Siendo algo mayorcito, y cuando hubo aprendido con el sacerdote del lugar algo de latín y de teología, fue enviado por su padre a la famosa Universidad de Salamanca, donde en un principio se sintió atraído por las enseñanzas de los maestros de filosofía. Pero al cabo de una par de años perdidos en aquella lujosa y tediosa disciplina, nuestro Alonso Quijano -pues éste era su verdadero nombre- se disgustó de aquellas acrobacias y artimañas mentales y de tan ésteriles juegos dialécticos; entonces se orientó hacia las letras humanas y halló sus deleites en escribir romances y redondillas sobre temas amorosos. Durante este período se había enamorado de una hermosa jovencita, hija de un corregidor, doncella que, aun cuando no fuera más que con miradas y guiños, daba señales de corresponder a su tímida pero fogosa pasión. Finalmente, una noche, pudo hablarle aunque por muy pocos momentos, y la joven, temblando en la oscuridad, le prometió que sería suya y jamás de ningún otro. El joven caballero, delirante de felicidad, continuó soñando y escribiendo para ella poemas tan ardorosos que -según escribe Cervantes- parecían chamuscar el papel en que los garabateaba. Pero... un mal día el pobre enamorado se enteró de que su prometida se había casado con un doctor en leyes, amigo del padre de ella.

Entonces, don Quijote compredió de qué clase de paño estaban hechas las mujeres, sin excluir a las que parecen angelicales, y cobró odio hasta contra la poesía, que tan poca ayuda le había prestado. Fue tal su desesperación que solicitó y obtuvo ser admitido como novicio en un convento de carmelitas. Desde su temprana niñez había sido un cristiano devoto, y ahora, sabida la traición de la amada, se persuadió de que solamente Dios merecería el afecto íntegro de su corazón. Permaneció en el convento por más de un año, esforzándose por llegar a los más elevados grados de la perfección. Pero el espectáculo que le brindaban los monjes, tanto jóvenes como los viejos, era para su cándida alama algo distante de ser ejemplo de edificación. Los más eran perezosos e indiferentes, como ligados por un hábito mecánico a los deberes externos de su profesión. Algunos se mostraban arrogantes, impacientes, malignos e hipócritas. Ni siquiera faltaba alguno que se embruteciera en la ebriedad o buscara a las mujeres. El futuro don Quijote tuvo valor suficiente para quejarse de aquellas desvergüenzas ante el maestro de novicios, quien desde ese día le cobró ojeriza y se complacía atormentándolo con castigos injustos.

Una buena mañana, el superior del convento lo llamó a su celda y le dijo que no estaba seguro de su vocación religiosa; el joven novicio tuvo que dejar los hábitos y salir de allí.

Gracias a la protección que le brindó un tío marqués, bien visto por el rey, fue recibido como gentilhombre de cámara en la Corte de Madrid. Según lo da a entender Cervantes, esa experiencia fue una de las más desgraciadas en su vida. Contaba ya con casi treinta años de edad y su espíritu había madurado con largas lecturas y meditaciones. Todo cuanto observaba a su alrededor le hacía sufrir: la corrupción de las damas, la altenería de los grandes, la avidez de los ministros, las intrigas de los cortesanos, la abyección de los subalternos, todo ello hería y ofendía continuamente su ánimo sensible y delicado. No pudiendo aguantar más el hedor de aquella cloaca dorada, pidió licencia a su Majestad y obtuvo permiso para dirigirse al Nuevo Mundo, como oficial de la guardia de un virrey. Al comienzo, el joven castellano halló grandísimo placer recorriendo a caballo montañas y bosques, en medio de gente salvaje tan diversa de la que moraba en su patria. Pero tiempo después también esta nueva experiencia concluyó dolorosamente, como las anteriores. Cristiano e hidalgo como era, el futuro defensor de los débiles no pudo soportar la vista de las atroces exacciones y cargas q que eran sometidos los pobres indios. La crueldad y jactancia de los conquistadores, la avidez y desenfreno de los oficiales de gobierno, los abusos y costumbres depravadas de la soldadesca, todo esto le llenó de náuceas, repugnancia y horror.

En su honrada ingenuidad tuvo la malhadada idea de denunciar tales vergüenzas al Consejo de Indias, que tenía su sede en Sevilla. Se envió entonces desde España un inquisidor real, quien comprado con ducados sonantes por el virrey, escribió en su informe que el señor Alonso de Quijano era un visionario calumniador, un desatinado loco, y como tal lo hizo arrestar. LLevado a España, fue encerrado en las cárceles de Alba de Tormes, donde languideció por espacio de varios años sin ser juzgado por aquella infame injusticia y cayó en una especie de melancolía fantasiosa de la que nunca se recuperó. Finalmente fue considerado enfermo poco peligroso y le devolvieron la libertad. No hizo entonces intento alguno por reiniciar una nueva vida. Volvió a la casa paterna, en la que ya había muerto todos los suyos, y procuró consolarse de la desagradable realidad, por él en tan diversos modos conocida, refugiándose en el reino de la fantasía heroica y poética, en los poemas caballerescos y novelescos donde hallaba intelectualmente satisfechos su ideales de caballero cristiano, enamorado y sin miedo.

Lo que le sucedió una vez saturado con aquellas lecturas solitarias, es conocido por todos los que han leído la obra maestra de don Miguel de Cervantes y Saavedra. Pero me parece que en esta obra apenas esbozada, que actualmente se halla en mi poder, está la verdadera clave y justificación de las fantasías y empresas de don Quijote de la Mancha. Finalmente, se comprende así también por qué el viejo hidalgo, desilusionado, contristado y perseguido, solo en su casa, se consagró a leer aquellos libros de aventuras imaginarias, los únicos que podían consolarle y compensarle de la dura y sucia realidad que hasta entonces tanto le había hecho sufrir. Quien no conoce la juventud de Alonso Quijano no puede comprender al don Quijote de la Mancha ya maduro, ni tampoco sus generosas y desinteresadas extravagancias.

El Libro Negro - Giovani Papini

 

23 o Cuentos a varias voces

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UNA VOZ

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Se llamaba Susana. Solia cAminar todas las tardes a eso de las 5pm sólo para poder ver la puesta del sol. Estaba obsesioNada con la idea loca de que el sol, al tocar las montañas, producia una sensacion parecida a la caricia de una mano en la espalda de un amante. Soñaba con ver el preciso instante en que se producia tal unión.
Nunca podia mirar de frente. Sus ojos no soportaban el leve destello que producia el Gran astro. Sin Embargo, todos Los dias, a la misma hora, en el mismo lugar, esperaba pacIentemente con la esperanza de ver algun día, el momento justo QUE le permitiera recordar la primera vez que Juan la tocó.
DoS VoCeS

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Afuera la lluvia caia a cántaros, que digo a cántaros, a barrilados!
El hombre miraba por la veNtana, pero no veia nada, tenia los ojos igual de nublados que el cielo, era ciego.
Escuchaba el titenear de las gotas golpeando contra las rejas, contra la ventana, contra el asfalto, contra el perro que aún buscaba un lugar para Guarecerse, contra los paraguas de la gente que caminaba rápidamente de una lado para otro tratando de Encontrar su lugar en ese jardin de flores marchitas que apuntaban sus petalos hacia el suelo.
Escuchaba

Escuchaba todo atentamente y sentia como todo aquelLo que para el sIempre habia sido ajeno empeza a tomar forma, textura y hasta sabor.

Ahora ya no escuchaba solo imaginaba.

Imaginaba las caras tristes de las personas que deseaban QUE la lluvia no existiera, que Todo fuera calido y soleado. Imaginaba al perro corriendo tras un niño jugando, a los muchachos sentados en la hierva tomandose unAs cervezas y riendose por cualquier cosa, a La abuelita caminando con su baston esperando que un carro parara y le permitiera cRuzar la calle, al Muchacho que gritaba en la esquina vendiendo los periódicos, a los estudiantes de capoira bailando al compas del palmoteo de sus compañeros, a los niños gritando emocionados al ver a un elefante levantar un tronco con su trompa...

ImaginabA

Imaginaba, se imaginaba a si mismo haciendo todas esas cosas y muchas otras y no postrado en esa silla sin poder ver nada. Se sentia miserable, la pieza de un rompecabezas que por equivocación habia sido metida en otra caja.
Nunca supo entender porque la extraña naturaleza le habia arrebatado los colores,las formas, la belleza. Era un simple hombre que no merecia tal dolor. Dolor con sabor a rabia y tristeza. NO queria soportar más tal sufrimiento. Hacia mucho tiempo ya que su amargura lo habia alejado de las pocas personas amables que se cruzaron por su camino. No pudo contener el llanto. Sus lagrimas bajaban por su rostro con tal intensidad que parecia tener el cielo en sus ojos. El dia se hacia mas gris y no dejaba de llover. Alzo su mano y se limpio las lágrimas. Podia sentir como la yema de sus frios dedos recorrian su pálido rostro. Añoraba una tierna caricia. Entonces se encontró soñando de nuevo, imaginando estar con esa gente que veia a traves de su ventana. Se imaginaba sonriendo, sientiendo la lluvia o los rayos del sol tocando su cuerpo. Cualquier cosa que le recordara que aun estaba vivo.
Fue entonces cuando sintio aquellas pequeñas patas que tocaban su mano con curiosidad, ese imperceptible aliento que respiraba sobre sus dedos, los pequeños incivos que se clavaban en su carne como pequeñas puñales que le desgarraban delicada y dolorosamente la piel.

Sintió nuevamente que estaba vivo, el dolor le hizo recordarlo. Pareciera que esa fuera la única forma en que el mundo se comunicaba con el, la forma en que lo definia, lo construia y lo derrumbaba. Una vez más el dolor le recordaba que era de carne y hueso que no era más que una frágil máquina que podía ser destruida en cualquier momento y no ese ideal de belleza que alguna vez habia leido en un libro de Platón. Quitó bruscamente la mano y lanzó al pequeño ratón muy lejos contra los cartones que se apilaban en las paredes.
Paredes frias y mohosas que llevaban el olor a humedad hasta el centro de su olfato. Empezó a sentir como sangraban sus dedos. No sentia temor.Y aunque el dolor se hacia mas profundo, permaneció inmóvil por un largo tiempo.Tomó su bastón y empezó a caminar en dirección a su dura y desierta cama. Trato de incorporarse pero se sentia enredado. El dolor permanecia pero ya no le daba importancia.Lo unico que queria era sentarse en esa horrible cama. Diò un paso en falso y se cayó. Por un momento contuvo la respiraciòn. Se sentía solo e impotente, tirado en el piso como un estropajo viejo; no se movia. Estaba herido en su orgullo.
Pero ya nada importaba, nunca pudo ser realmente alguien, recordó algo que había leído alguna vez: "Estar solo, es estar seguro de que nadie te piensa". Cerro los ojos, esos ojos inútiles y vacios.Nuevamente una lagrima se deslizó por su mejilla, una lagrima pesada y fria que le quemaba la piel pero ya no importaba por que era la última.
EOK

VaRias Voces

Hacia un calor infernal, era medio dia, y además de ese sol abrazador las calles estaban llenas de gente que salia de aquellas enormes cajas de asfalto y corrian desesperados a la cacería de su almuerzo. El estudiante se sentia ageno a todo eso, caminaba por entre la gente pensando en que la trayectoria más corta entre dos puntos no es la linea recta, sino un delicada curva que se va escribiendo sobre una dimensión que a pesar de estar viviendo no vemos. Después de alimentarse con el mayor desgano, retorno por caminando lentamente por las ahora calles vacías hacia su casa, hacia ese cuarto mortuorio que habia estado construyendo durante tantos años para si mismo. Le esperaba una larga tarde leyendo las divertidas obras de Cervantes, en ese español anacrónico que casi no entendía.

Al doblar la esquina se encontró con que un policía estaba discutiendo con una prostituta que no tenía el menor reparo en diriguirse ante el uniformado con las más precarias palabrotas. Decidió entonces cruzar la calle para ir a la acera del frente y evitar el bochornoso escándalo. Después de meterse bajo la sábana e intentar leer las aventuras del flamante y sobresaliente caballero. Empezó a recordar la escena del día anterior que tanto lo había atormentado.

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Ahi estaba él, en la celebración del 20 de Julio viendo como la banda de guerra desfilaba por la carrera septima, cuando a través de los soldados y el estrepitos martillear de los redoblantes vió aquel delicado aro de oro que es le escapaba de sus delicadas manos a una niña que jugaba con el. Todo ocurrió muy rápido, pero fué muy preciso, como la sucesión de movimientos en la opera, la niña dejo a una lado su mascarita de ternura y emitió un grito agudo y salto el alambre que mantenía a raya a los peatones de los tanques de guerra y los caballos, él le gritó nervioso, ella finalmente lo escucho y alcanzó a girar el rostro, pero no lo suficientemente temprano para ver el brutal moustro de metal que se le venía encima.

- Mesie, mesie - repetia un francés que también observaba el desfile.
- ¿Puede usted tomarnos una foto?
Sacudió una par de veces la cabeza y finalmente volvió en sí, y se vió a si mismo con una camara en sus manos.
- Digan "we", y mientras trataba de enfocarlos por el objetivo, se dió cuenta que quien acompañaba al francés incipido era la misma niña que había visto morir hace apenas unos instantes. Sonrió para si mismo y tomó la foto. Luego del desfile y todavía un poco desconsertado fué a un bar y mientras escuchaba un grupo de Jazz maldijo una y otra vez aquella maldita droga para la epilepsia que lograba no sólo controlar sus ataques sino que descorchaba su cerebro y alimentaba con leña la imprenta que imprimia las estampillas con las que llenaba su memoria como un albún de filatelia.

(Carolina, Gloria, Johanna, Enrique, Himura, Jaguar, Javier)
 

Desiciones

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Música y letra: Rubén Blades

La ex-señorita no ha decidido qué hacer.
En su clase de geografía, la maestra habla de Turquía
mientras que la susodicha, sólo piensa en su desdicha
y en su dilema: ¡Ay, qué problema!

En casa, el novio ensaya qué va a decir,
seguro que va a morir cuando los padres se enteren.
Y aunque él, otra solución prefiere,
no llega a esa decisión
porque esperar es mejor,
a ver si la regla viene.

Decisiones, cada día.
Alguien pierde, alguien gana.
¡Ave María!
Decisiones, todo cuesta.
Salgan y hagan sus apuestas,
¡ciudadanía!

El señor de la casa de alquiler,
a pesar de que ya tiene mujer,
ha decidido tener una aventura;
y le ha propuesto a una vecina que es casada,
de la manera más vulgar y descarada,
que cuando su marido al trabajo se haya ido,
le llame para él ser su enamorado.

La señora, que no es boba,
se lo cuenta a su marido
y el bravo decide, ¡cómo no!, invitar al atrevido
y ella lo cita, cual lo acordado.
Y el vecino sale todo perfumado,
con ropa limpia que su esposa le ha planchado,
y trae una flor que se encontró en el tendedero.

Dentro en casa de la vecina está el marido,
indeciso sobre dónde dar primero,
con un bate de béisbol del extranjero.

Y suena el timbre: rin-rin,
comienza la segunda del noveno.

Decisiones, cada día.
Alguien pierde, alguien gana.
¡Ave María!
Decisiones, todo cuesta.
Salgan y hagan sus apuestas,
¡ciudadanía!

El borracho está convencido
que a él el alcohol no le afecta los sentidos:
por el contrario, que sus reflejos son much más claros
y tiene más control,
por eso hunde el pie en el acelerador,
y sube el volumen de la radio para sentirse mejor.
Y cuando la luz cambia a amarilla,
las ruedas del carro chillan
y el tipo se cree un James Bond.
Decide la luz del semáforo comerse
y no ve el trok aparecerse en la oscuridad.
¡Ah! Grito, choque y la pregunta: "¿qué pasó?"
pa' la eternidad

Decisiones, cada día.
Alguien pierde, alguien gana.
¡Ave María!
Decisiones, todo cuesta.
Salgan y hagan sus apuestas,
¡ciudadanía!

Decidir:
(Del lat. decidĕre, cortar, resolver).

  1. Cortar la dificultad, formar juicio definitivo sobre algo dudoso o contestable. Decidir una cuestión.
  2. resolver (tomar determinación de algo).
  3. Mover a alguien la voluntad, a fin de que tome cierta determinación.
Diccionario de la Real Academia Española 2001

Nuestra vida diaria esta llena de desiciones grandes, pequeñas, cruciales, sin importancia, insulsas, de vida o muerte , carentes de sentido, determinantes, etc. que pueblan el continuo del vivir y lo enriquecen con sus incertidumbres e irracionalidades. Cada desición que tomamos esconde irremediablemente una ganancia y una perdida. A veces la ganancia no es inmediata, a veces la pérdida no es evidente. Esta dualidad, ese inifito de posibilidades que encierra los simples si y no, el prendido y el apagado, el 1 y el 0, en ocasiones nos abruma, nos perturba, nos paraliza, nos impide avanzar.
Ese miedo, el maldito miedo, que de una en una nos va quitando las plumas de nuestras alas de libertad, esta bellamente descrito en el cuento de Michael Ende, La Prisión de la Libertad que describe el sinsentido que este miedo encierra.
Cada desición nos muestra un camino y nos oculta muchos otros, en esto ya hay ganancia y perdida, asi que cualquier intento de evitar perder algo, de "minimizar el riesgo" finalmente es vano.

No digo que no haya que pensar antes de decidir, pero si que hay que asumir los riesgos, las responsabilidades, lo que se gana y lo que se pierde(aunque muchas veces no sepamos ni siquiera que fue lo que perdimos :P ) implicito en cada desición.
Hacer como dice Facundo Cabral: "Caminar y caminar, pero no por los caminos, porque lo conocido no tiene misterio"

 

Apología a lo Sencillo

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Desde hace un tiempo un refrán árabe que leí se esta cumpliendo repetidamente en mi vida. No sé si por que al recordarlo hago que se cumpla, o simplemente es que "la vida es así". El refrán es: "Si algo pasa una vez es posible que ocurra una segunda, pero si pasa dos veces de seguro ocurrirá una tercera". Y esto justamente me pasó en estos dias. Hace un par de dias estuve hablando con alguien sobre mi punto de vista acerca de las cosas que necesitamos del mundo. Hoy volví a hablar de lo mismo en el almuerzo con una amiga, y pues... ahora hablaré de lo mismo en el blog :^P.

Yo creo que nosotros, en general no necesitamos muchas cosas del mundo. No necesitamos televisores, casas lujosas, carros, bicicletas, walkmans, discmans, VHS, DVD, zapatillas Nike, balónes Spallding, etc. Todas esas cosas son accesorias, cosas cheveres que hacen la vida "más agradable", pero no lo que realmente necesitamos. Lo que realmente necesitamos son nuestras manos para trabajar, nuestras piernas para caminar, y nuestra mente para pensar.

Dirán ustedes, eso es obvio, que cosa tan boba, y efectivamente lo es, en Teoría.
Pero como una vez nos dijo un profesor en clase En Teoría la teoría y la práctica son iguales, en la Práctiva son diferentes.
En la realidad es más complicado, hay que aprender varias cosas, como aprender a vivir el momento, aprender a ocuparnos en vez de preocuparnos, disfrutar del estar, no emitir juicios sobre nada, molestarse por el acto, no con la persona, etc.

Muchas de estas costumbres de las que nos tenémos que olvidar, también son accesorias, no necesarias.

Esta semana escuché en una conferencia que las cosas que perduran en la Humanidad no son las "mejores" sino las cosas "buenas lo suficiente", es decir, y esta es mi interpretación, que lo realmente importante no es tratar de hacer las cosas perfectas, como erronemente solemos pensar, sino hacer cosas buenas que cumplan con lo necesario. En particular con nuestra relació con las cosas, debemos aprender a vivir con lo "bueno lo suficiente" es decir lo necesario, y tratar de darle tanta impotancia a lo "mejor", lo accesorio.

 

El fin de la Nada

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"There is only one form of human depravity: the man without a purpose." Ayn Rand es la cita preferida de mi asesora de tesis.
Recuerdo esta cita hoy, por que desde hace algunos dias me habia estado
sintiendo un poco sin propósito, sin rumbo, y no fué
agradable. Es feo no estar seguro por que estas, y hacer cosas por hacer,
sin ningún sentido aparente, como por pasar el tiempo. Esa sensación
de estar ahi como flotando por el mundo sin que nada te toque, sin que nada te afecte.

Esta semana ha sido rara, ha sido una semana de pequeños exorsismos, de mi mismo
y de mi relación con el mundo.

Siempre he admirado las personas con aficiones, con pequeñas "obsesiones", como Jaguar Enrique o Franky, un par
de amigos mios, pues el estar pendientes de su afición, siento, de alguna forma les da sentido.
Una razón para vivir, para estar ahi.
Yo carezco de aficiones, creo. Tal vez un espíritu enciclopédico que esporadicamente
se despierta, pero nada más.
Admiro a las personas con obsesiones.
Hoy estuve casi todo el día en reunión con mi Jefe, que más que mi Jefe, es un buen amigo,
él a veces, y espero me disculpe el atrevimiento de hablar de él, también siente que
esta "vaina no tiene sentido", como diría él, que todo lo que hacemos a diario no tiene un porque, ni
un fin, ni un nada; pero a pesar de eso lucha constantemente cotra esa fuerza opresora que es la Nada, que siempre esta al acecho para no dejarnos continuar, de alguna manera esa es su obseción, y me parece chevere.
Esa lucha, ese no dejarse vencer y cosas tan simples como los Elefantes Azules o los Mamuts Voladores (o esa sensación que me queda después de recibir una caricia de mi novia en el rostro) me dan animos y un poco de energía pa' seguir adelante.

Esta ha sido un semana rara, una de esas semanas, y me alegra haberla vivido.