Otra vez con la mente un poco más despierta después de mi clase de Aikido.
Hoy fue un clase pesada, nos "sacaron la leche" (a mi personalmente me dió la pálida en un momento), y estuve
reaprendiendo cosas de este arte que ya habia olvidado.
Es muy impactante la experiencia de estar ahi sintiendo la energia de tu oponente e intentando proyectar la tuya,
el vivir el instante y dejar que el movimiento fluya.
Al salir de la clase y reflexionar un poco sobre esto recordé algo del libro que estoy leyendo: El Lobo Estepario
que dice:
Cada vez más irreal iba haciendose la anterior escena, cada vez más increíble que estos ojos hubiesen podio mirar tan desencantados y fijos hace aún pocos minutos, con tanta gravedad y tan terriblemente. ¡Oh!, en esto era Armanda como la vida misma: siempre momento, nunca calculable de antemano. (...) Esta mujer, que me había penetrado tan perfectamente, que parecía saber de la vida más que todos los sabios, se dedicaba a ser niña, al pequeño juego de la vida del momento, con un arte que me convirtió desde luego en su discípulo. Y lo mismo da que fuera todo ello alta sabiduría o sencillamente candidez. Quien sabia vivir de esta manera el momento, quien vivía de este modo tan actual y sabía estimar tan cuidadosamente y amablemente toda flor pequeña del camino, todo minúsculo valor sin importancia del instante, éste estaba por encima de todo y no le importaba nada la vida. |
Este dar la importancia al momento no es nada sencillo, creo, parece simple, pero no lo es. Es muy dificil no pensar
en nada mientras haces algo, o mejor sólo pensar en ese algo mientras lo estas haciendo. Siempre estamos pensando
en otras cosas, siempre preocupandonos, sin ocuparnos (Como dice Gina), y haciendo de nuestra vida una carga más
pesada de lo que en realidad es.
Espero que con mis clases de Aikido (y exorcisando mi pasado en este blog) vuelva encontrar este camino olvidado del instante.
Les estaré contando.