Ya el último día en Aracajú solo restaba organizar las cosas para el otro día. Pasamos del día en casa descansando del fin de semana.
Cómo ya estaba cansado de mi bronceado arcoiris (amarillo en el pecho, casi negro en los brazos y café en las manos) le pedí a Fabricio que me ayudara a conseguir unos "manguitos", o protectores de brazos, o como se llamen. Por allá preguntando a alguien que conocía a alguien finalmente los conseguimos. Por ahora evitaremos recibir sol mientras se me empareja un poco el color.
Gracias a Fabricio y a Domingos por la hospitalidad en Aracajú.