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Aracajú - Costa Azul

6 min read

Estado de Brasil: Sergipe - Bahía
Tiempo pedaleado: 06:36:29
Kilómetros recorridos: 105.88
Tiempo total pedaleado: 321:35
Kilómetros total recorridos: 3457.56

Como siempre cuando salgo de un lugar dónde he pasado varios días la ansiedad no me deja dormir, me acosté a las 2.00 de la mañana y me tenía que despertar a las 4.30 para arreglar todo el equipaje y salir a las 6.00.

No lo conseguí, me desperté poco después de las cinco y se me hizo tarde, salí casi a las 6.30, lo malo fue que también demoré a 'Pato' quien tenía que salir para el trabajo a las 6.00 :-/.

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Pero bueno después de salir y tomar la vía litoranea todo fue más fácil. Tenia que apurarme pues como había acordado la noche anterior con Fabricio nos encontraríamos en Porto do Mato para cruzar hacia Mangue Seco. Pedalear directo hasta Mosqueiro y tomar la primera balsa. Da gusto pedalear por acá, las vías están bien pavimentadas, no tienen tanto carro y riiinde.

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Luego de Mosqueiro la carretera fue mucho mejor, como la única fuente de tráfico es el puerto y ahí solo llegan carros cada 45min. uno tiene 45min en los que la carretera es toda suya. Aproveché y puse el turbo para adelantar lo más que pudiera. Probablemente Fabricio atravesaría en la siguiente tanda y yo debería estar lo más adelantado posible.

Pasé por Caueira y Abais como alma que lleva el diablo y entre Abais y Porto do Mato me alcanzó Fabricio, como el iba trabajando el encuentro se limitó a un par de pitazos, el tenía que continuar y yo pedalear más rápido los 10 kilómetros que me faltaban por si acaso alcanzaba a clasificar para pasar con él en la misma balsa.

No lo conseguí, no eran sólo 10km y me demoré más de la cuenta (45min), llegué, pregunté el precio de la lancha: $R70. Así que esperar quién más llegaba a ver si me daban carona. No demoró en llegar una familia, charlé con ellos un poco y listo ya estaba embarcado y camino a Mange Seco.

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Llegando a Mangue Seco caí en cuenta rápidamente que ya era casi medio día, no solo me lo decía el estómago que estaba ya crujiendo por que no le había dado medias nueves, si no la playa que estaba casi llena: la marea estaba subiendo. Me bajé de la lancha, me despedí de mis benefactores que cómodamente iban a tomar un buggy y me fui por lo que quedaba de playa en esa parte parte para seguir hasta el mar (el puerto de Mangue seco queda en la parte del río).

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Empujar un buen tiempo, parar en una 'esquina' y hablar con unos niños que me dieron un poco de agua y continuar empujando hasta encontrar unas viejas amigas: las dunas. Empujar todavía más duro y tras la última duna el mar y las 'barracas' al lado de la playa; ahí me encontré nuevamente con Fabricio y me quedé charlando con el y las personas del paseo que él estaba coordinando mientras veía como el mar se iba comiendo centímetro a centímetro mi autopista hacia Serimbinha. Almorcé y tomé una siesta en una hamaca, había que esperar como dos horas hasta que la marea empezara a bajar de nuevo.

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Salí nuevamente a las tres de la tarde, tuve que empujar un buen trecho (10km), pero luego de las cuatro la playa estaba nuevamente convertida en una autopista. ¡Logré acelerar hasta llegar a una velocidad de 20Km/h!, así da gusto avanzar por la playa. Avancé como 10Km y en medio de la playa encontré un buggy abandonado, hecho que me pareció bastante extraño, pero no le presté mayor atención y seguí adelante, todavía me quedaban poco más de 20km al frente y la luz del sol se estaba acabando. Me rindió bastante, y luego de unos 2km más encontré a los dueños del buggy, era una familia completa (incluida señora embarazada) y llevaban un par de horas caminando, el buggy se varó. Me pidieron que fuera hasta el próximo poblado: Costa Azul (dónde igual pensaba quedarme) y le avisara al dueño del buggy para que viniera a buscarlos.

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Aceleré un poco más y media hora llegué hasta Costa Azul (estaba bastante lejos). Ahí encontré el dueño del buggy y le conté lo sucedido, el señor se fue y yo me quedé charlando, o más bien escuchando charlar esperando a que llegaran. Mientras esperaba me ofrecieron un par de bananos y una papayita que acepté con gusto. Luego como de una hora volvieron, las señoras estaban mamadas y los señores discutían sobre quién y como iba a pagar el daño del carro. Como esa discusión no era mía, me fui discretamente a buscar una posada, mejor dicho a buscar la posada, por que no hay sino una.

Un cuscusito y un café y a la camita!

Por cierto, ¡Ya estoy en la Bahía!